Esta semana me recordaba el Facebook unas palabras que escribí hace diez años cuando en mi vida surgieron un montón de problemas y mucha gente o me dio la espalda o los ignoro totalmente dejándome a mi suerte en su gran mayoría.
En la frase era yo el que se cuestionaba si de esta situación había madurado o salido peor persona. Ahora con el paso de los años y vivencias creo que era una situación que debía vivir para darme cuenta de que "la gente es como es y no como me gustaría que fuera".
Con los años uno comprende que el cuerpo se llena de cicatrices y todas se curan, solo nos queda la marca para recordarnos lo valientes que fuimos para salir de esas situaciones.
En su momento duele porque ves que tu mundo se derrumba y hay gente que en vez de ayudarte a quitar escombros te tira mas ladrillos encima, pero allá ellos con su conciencia.
Yo sigo siendo el mismo en muchos aspectos pero me llevé como enseñanza "que no todos merecen tu respeto", "las cosas son para quien se las gana".
En aquel momento ni me dieron la oportunidad cuando yo si lo hubiera hecho porque creía en la gente que me rodeaba.
Bueno después de estas líneas de recuerdo, porque es un recuerdo que cuento como anécdota, salí con más empatía hacia los demás y creo que más olvidándome de agradar a gente que no lo merece.
Sigo con mi vida y ayudo al que creo que se lo merece y me cae bien aunque también ayudo a los otros para que algún día recuerden que "dar la mano al que lo necesita no es una cuestión de medallas sino de ser humano".
Gracias a todo aquello dejé de ser "Peter Pan" y salí del "País de Nunca jamás" para irme en busca de nuevas aventuras. A veces encontramos dando un paso adelante a gente que nos da la mano para acompañarnos en nuestro "nuevo camino de Baldosas amarillas", porque eso si: siempre hay un nuevo camino y gente que merece la pena.
Jorge: "Solo hace falta una persona que crea en ti: tú, pero puedes encontrar a más gente que lo haga y en ese momento las cicatrices empiezan a borrarse para siempre".