Hoy escribo mi entrada numero cuatrocientos cincuenta y en unos días además, concretamente el día veinticuatro hará quince años que comencé a escribir en este blog.
He escrito muchas cosas a lo largo de estos años, a veces divertidas, a veces profundas y a veces sin sentido para los que no están en mi cabeza. (En la mía todo tiene un sentido y un porqué aunque parezca un galimatías).
Hoy quería hacer algo divertido pero a lo largo de la semana vengo reflexionando sobre una cosa que necesito contar.
Ha fallecido mi tía Ana; era la hermana de mi abuela y ha fallecido con 98 años. Con ella se va una época de mi vida y muchos recuerdos.
Fue un ejemplo de lucha como los hay en toda mi familia y aunque no era mi abuela toda la familia la quería. Los últimos años de su vida solo fueron un pasar de días esperando la muerte. Mi tío Rafael falleció cuando ambos tenían noventa años y ella solo quería durar cinco años más para poder ser enterrada a su lado. Hoy vuelven a estar juntos.
Estuvieron casados más de sesenta años y no tuvieron hijos, solo se tuvieron el uno para el otro y sus perritos (siempre tuvieron Yorkshire).
Bueno, toda esta historia me ha hecho reflexionar sobre la soledad. Vivir tantos años con una persona y que se vaya te deja un vacío enorme. Tantos años compartiendo el día a día y darte cuenta que las personas de tu generación poco a poco van desapareciendo debe de ser muy duro, más si cabe cuando mantienes la lucidez de una persona de treinta años. Mi tía siempre fue "muy espabilada", dominaba el Facebook y el Instagram, con eso está dicho todo.
No imagino lo duro que fue para ella perder al tío, era todo su mundo, una vida juntos siendo el uno para el otro.
En los últimos años estuvo rodeada por sus sobrinas que la cuidaron muy bien pero supongo que en muchos momentos con la cabeza en el recuerdo.
La soledad nos carcome por dentro sobretodo cuando solo nos va quedado el recuerdo y se pierden en él las voces, abrazos, besos, discusiones, risas y una vida vivida.
Las personas que nos quedamos siempre la recodaremos como una mujer de carácter y avanzada para su época.
Yo hoy quiero recordarla en su Seat 124 color chocolate llevándonos a mis primos y hermanos a Santa Ana en Albal.
Fue una mujer empoderada y valiente para el tiempo que le toco vivir. Descansa en paz junto al tío Rafael.
Jorge: "Mientras alguien nos recuerde no morimos del todo".
Jorge: "La vida es como ir en tándem; lo bonito es compartir el viaje".