sábado, 19 de octubre de 2024

El niño que cambió de pantalones.


 Siguiendo la estela del post anterior voy a contar esta historia a modo de cuento: 

Hace no mucho tiempo vivía un niño en un pequeño pueblo. El niño se levantaba todos los días temprano para ir al colegio, era muy madrugador.

Por las noches se preparaba la mochila y la ropa que iba a llevar al día siguiente y siempre, siempre, siempre se ponía sus pantalones vaqueros azules. No, no. no era una obligación del colegio; era una norma autoimpuesta por el mismo.

El niño pensaba que había que vestir así para dar ejemplo y quedar bien. No le importaba si hacía mucho frio o mucho calor, el siempre se los ponía.

Con el paso del tiempo ya ni recordaba por que lo hacía. El siempre se los ponía sin importarle lo que le decían. 

Un día se paró a pensar y se dijo: 

- Creo que ha llegado el momento de cambiar. Que más da lo que puedan pensar los demás.

El niño se dio cuenta de que era una auto imposición estúpida. Lo importante era estar cómodo y no pasar calor. 

Moraleja: Que no te importe lo piensen los demás mientras seas feliz, y si deseas cambiar; adelante.

A veces nos auto imponemos reglas por el que dirán cuando a la gente no le importa lo que hagamos. Un comentario en un bar no tiene por que sentar catedra.

¡Se feliz!

Que cada uno se lo aplique a sus auto imposiciones y reflexione sobre si merece la pena perderse cosas por el que dirán.

sábado, 5 de octubre de 2024

La princesa de la torre.


 Ayer estaba viendo unos videos y llegó a mi uno sobre la autoestima. Era un cuento con moraleja.

Realmente todos los cuentos o historias tienen su moraleja, de todos podemos aprender algo; hacerle caso ya es otra cosa.

Era una historia que ya había oído, de hecho no la contaban exactamente como era pero en líneas generales se entendía. 

La historia se podía resumir así:

En un país muy lejano vivía una princesa en edad casadera que no había encontrado todavía a su príncipe azul y en vistas a no quedarse sola promulgó un edicto en el que decía que aquel hombre que consiguiera permanecer debajo de su torre cien días y fuera el último en quedarse se casaría con ella.

Huelga decir que acudieron en tropel todos los hombres en edad casadera a dicho llamado. 

En principio eran muchos y la princesa los veía desde su ventana y fantaseaba en quien sería el último. 

Con el paso de los días, poco a poco fueron desistiendo muchos hombres; se marchaban o por las inclemencias del tiempo o por enfermedad o por cansancio.

Una muchacha del pueblo se acercaba siempre y les daba comida, cuidaba a los enfermos o les daba conversación para que las horas se les hicieran más cortas.

Y así con el paso de los días solo quedó un hombre. La gente del pueblo lo animaba y estaba expectante pues sabían que lo iba a conseguir.

Cuando faltaba una hora para que se cumpliera el plazo el hombre comenzó a recoger sus cosas para marcharse. La gente no lo podía creer. Lo tenía tan cerca e iba a renunciar a casarse con la princesa.

La princesa desde su balcón tampoco daba crédito, no lo entendía.

El se acercó a la chica que le ayudaba y se marchó con ella no sin antes dejar una moraleja a las personas que allí estaban.

Moraleja: Aquel/lla que te ve sufrir durante tantos días y que incluso faltando una hora es incapaz de dar un paso y bajar a verte no te merece.

Es importante saber lo que cada uno vale y hasta donde está dispuesto a llegar. 

Cada cuento tiene su moraleja y de nosotros depende sacar un aprendizaje. En este caso el hombre y la princesa sacaron cado uno el suyo.

Otro día otro cuento.

"Conte contat, conte acabat i qui no s´alce te el cul foradat".