Hace unos días llegó a mi una frase con mucha miga: "A cada decepción le llega su olvido". Se puede estar de acuerdo o no, ya que, muchas veces las decepciones nos marcan para bien o para mal y es difícil olvidarlas.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido que lidiar con alguna que otra decepción, sea de la índole que sea.
Desde pequeños hemos tenido problemas por no conseguir lo que queríamos, que si queríamos un juguete y no nos lo compraban, que si no podíamos ir a algún sitio que nos hacía mucha ilusión, que si queríamos quedarnos un rato más y no nos han dejado, etc...
Esta claro que no se pueden comparar las decepciones infantiles con las otras, aunque cada una y en su momento nos duelen por igual, pero no es lo mismo que no te compren un helado que suspender un examen de oposiciones o que no te dejen quedarte a jugar a la pelota hasta las ocho con que te deje una novia/o.
Es importante regular nuestras emociones y saber digerirlas porque nos prepararan para un futuro lleno de incertidumbre. Esto es fácil de decirlo pero difícil de hacerlo.
Cada persona se enfrenta a los problemas o situaciones de muy diversa manera.
No toda decepción debe ser olvidada pues muchas veces de ellas surge un aprendizaje.
Miguel de Unamuno: "El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura".
Jorge: "No olvides aquello que te hace aprender"

